Hace no muchos, pero tampoco escasos años, llego la moda de negociaciones con enfoque ganar- ganar.
Esto encaminado a buscar acuerdos, la conciliación de los intereses, la búsqueda de la mutua satisfacción.
Llego como la cátsup, se volvió ingrediente que todos usábamos en determinadas situaciones, e incluso en situaciones imprevistas.
Fuimos avanzando y el concepto se fue complicando.
Esto dado a que frente a nosotros había quienes habían tomado el mismo curso y otros no.
Con algunos ganábamos los dos, con otros ganábamos nosotros, con un grupo importante sabíamos que ellos habían ganado porque se iban contentos, pero requeríamos de muchas explicaciones para que nuestro entorno estuviera de acuerdo con los logros. El ganar ganar no era del todo claro.
Una manera básica de buscar dicho escenario es ponernos auténticamente en los zapatos de la contraparte. Sin embargo debemos de estar claro que aun negociando con nosotros mismos, a veces ganaríamos, otras empataríamos y sin duda también perderíamos. Esto pasa pues somos seres arrítmicos y volubles.
Aparecen molestias en las empresas pues cedemos con quien nos mienta la madre. Es que si está molesto es por algo, decimos. Si a esto le agregamos la fatídica frase de que el cliente siempre tiene la razón. Llegamos al mundo perfecto de la nula rentabilidad.
Nadie, absolutamente nadie, siempre tiene la razón.
Ni yo.
Sumergidos en ambas frases ganar- ganar y el cliente siempre tiene la razón, empezamos a prostituir nuestra imagen, la de nuestra empresa. Empezamos a dar descuentos, regalos, compensaciones y lo que es peor, disculpas inmerecidas.
Existen seres que creen tener la razón siempre. Esos son los dictadores del presente. Con ellos no hay que estar de acuerdo, hay que comprenderlos y guardar silencio. Sin soportar cualquier tipo de menosprecio.
Ahí, mi estimado amigo, cambias de dictador.
El cliente es un dictador y lo es, pues decide y dicta lo que quiere. Es tu elección y derecho, satisfacerlo o no. Pues también es cierto que hay muy buenos clientes y los hay muy malos. Un mal cliente arroja números rojos a tu organización. Trata de implementar discordia y deshonestidad en tus valores. Trata de corromper.
Debes decirle que no, y tal vez perder. Para luego ganar.
O debes decirle que si y ganar, para luego perder.
El escenario es ganar, empatar o perder. Solo es escoger el momento.
Si andas desanimado, enfermo o bien, con sueño, busca empatar.
Si estas malhumorado, algo salió mal, busca no estar y si tienes que estar y no puedes empatar, valora la posibilidad de conceder la victoria. A veces es bueno perder pues la contraparte se motiva.
Si eres el mejor tu, andas motivado, necesitado o bien ávido de éxitos, gana y gana bien.
Ganar ganar fue una moda.
Ya paso. Es válida, no siempre.
Se gana, se pierde, se empata, y en cada caso, se puede avanzar bien.
Seguimos.
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