Cupula.

Cupula.
Obra gris que no lo es.

martes, 29 de marzo de 2011

Ganar - ganar.

Hace no muchos, pero tampoco escasos años, llego la moda de negociaciones con enfoque ganar- ganar.
Esto encaminado a buscar acuerdos, la conciliación de los intereses, la búsqueda de la mutua satisfacción.
Llego como la cátsup, se volvió ingrediente que todos usábamos en determinadas situaciones, e incluso en situaciones imprevistas.
Fuimos avanzando y el concepto se fue complicando.
Esto dado a que frente a nosotros había quienes habían tomado el mismo curso y otros no.
Con algunos ganábamos los dos, con otros ganábamos nosotros, con un grupo importante sabíamos que ellos habían ganado porque se iban contentos, pero requeríamos de muchas explicaciones para que nuestro entorno estuviera de acuerdo con los logros. El ganar ganar no era del todo claro.
Una manera básica de buscar dicho escenario es ponernos auténticamente en los zapatos de la contraparte. Sin embargo debemos de estar claro que aun negociando con nosotros mismos, a veces ganaríamos, otras empataríamos y sin duda también perderíamos. Esto pasa pues somos seres arrítmicos y volubles.
Aparecen  molestias en las empresas pues cedemos con quien nos mienta la madre. Es que si está molesto es por algo, decimos. Si a esto le agregamos la fatídica frase de que el cliente siempre tiene la razón. Llegamos al mundo perfecto de la nula rentabilidad.
Nadie, absolutamente nadie, siempre tiene la razón.
Ni yo.
Sumergidos en ambas frases ganar- ganar y el cliente siempre tiene la razón, empezamos a prostituir nuestra imagen, la de nuestra empresa. Empezamos a dar descuentos, regalos, compensaciones y lo que es peor, disculpas inmerecidas.
Existen seres que creen tener la razón siempre. Esos son los dictadores del presente. Con ellos no hay que estar de acuerdo, hay que comprenderlos y guardar silencio. Sin soportar cualquier tipo de menosprecio.
Ahí, mi estimado amigo, cambias de dictador.
El cliente es un dictador y lo es, pues decide y dicta lo que quiere. Es tu elección y derecho, satisfacerlo o no. Pues también es cierto que hay muy buenos clientes y los hay muy malos. Un mal cliente arroja números rojos a tu organización. Trata de implementar discordia y deshonestidad en tus valores. Trata de corromper.
Debes decirle que no, y tal vez perder. Para luego ganar.
O debes decirle que si y ganar, para luego perder.
El escenario es ganar, empatar o perder. Solo es escoger el momento.
Si andas desanimado, enfermo o bien, con sueño, busca empatar.
Si estas malhumorado, algo salió mal, busca no estar y si tienes que estar y no puedes empatar, valora la posibilidad de conceder la victoria. A veces es bueno perder pues la contraparte se motiva.
Si eres el mejor tu, andas motivado, necesitado o bien ávido de éxitos, gana y gana bien.
Ganar ganar fue una moda.
Ya paso. Es válida, no siempre.
Se gana, se pierde, se empata, y en cada caso, se puede avanzar bien.
Seguimos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Solucion de Problemas.

La educación que recibimos la mayoría nos enfoca a evitar los problemas. Si estamos pintando o coloreando algo, la instrucción es no te salgas de la rayita.
Así, vamos vez a vez evitando problemas.
Lamentablemente en nuestros días los problemas son oportunidades.
Cada gran idea en su mayoría fue iniciada en la búsqueda de una solución a una trivialidad o bien un asunto importante. Muchos de los inventos de hoy en día, fueron necesidades de la NASA a menor escala. Otras, simplemente fueron ocurrencias.
Mientras algunos buscan problemas y trabajan sus ocurrencias, nosotros vamos por la ruta de lo no estresante y sin demoras.
Vamos en busca de lograr el control de las cosas. Luego lo alcanzamos y llegamos a la estación de la monotonía. Estación que se verá transformada cuando la falta de entusiasmo nos lleve inevitablemente a perder de nuevo el control. Entrando así al ciclo del ánimo y desanimo.
Decía mi padre, mientras nosotros tomamos una siesta, los japoneses siguen innovando.
Sin duda la naturaleza no ha favorecido del todo a los japoneses. Por esto ante la carencia de recursos naturales, desarrollan lo no natural. Lo incomodo y profundo.
Así, buscamos que las cosas no cambien. Que el mercado una vez que nos acepto sea leal. Que la competencia no sea desleal. Poco he entendido el concepto de competencia desleal. La Lealtad es uno de los valores más profundos. No podemos esperarlos de la competencia. De hecho podemos esperarla de poco y de pocos. La mariposa no es más una oruga. Ni una oruga diferente. Es simplemente una nueva criatura. Así son muchas soluciones.
La solución de problemas es apasionante. Nos obliga a descubrir la causa raíz de dicho problema, a clarificarlo y reconocerlo y luego a solucionarlo tenazmente.  El camino implica concentración y constancia. Deberá estar respaldado por nuestras convicciones, nuestras capacidades y sobre todo nuestros ideales. Nunca se es mas incompetente que cuando intentas resolver un problema que no ves o no crees que lo es. Al final del día es visible.
La invitación, es, busca problemas y por supuesto resuélvelos.
Algunos serán gratificados monetariamente.
Otros no.
Sin duda propiciaras que el entorno te favorezca y cuando esto ocurra, habrá más recursos que colectar.
Un problema es una meta debidamente establecida. De preferencia con metas cortas sumergidas en la gran meta.
Un problema resuelto es la posibilidad de respirar profundamente y seguir.
Porque lo mejor es que, no los dejara de haber.
Son parte de nuestra humanidad.

jueves, 17 de marzo de 2011

50 Japoneses

Tuve oportunidad de laborar en una empresa que me dio mucho.
Y me heredo por encima de todo, el orgullo de haber pertenecido a ella.
En los tiempos que fueron por demás difíciles, las personas que habían emprendido otros proyectos, me decían, estas como los músicos del Titanic, el barco se está hundiendo y sigues tocando.
Dicho comentario lejos de desalentarme, me dio causas para seguir visualizando un barco que recuperaba su nivel y que incluso, emprendía camino hacia un nuevo horizonte.
Hoy ya no estoy en esa empresa, probablemente no está del todo recuperada, pero sin duda saldrá adelante.
En las noticias veo las incidencias de Japón. Como ya mencione anteriormente, tengo cierta empatía con lo que están batallando, pues guardando las proporciones, viví algo similar.
Te das cuenta como la solidaridad tiene sus límites.
Primero nos agobiaba el sismo, luego el Tsunami. Luego las plantas nucleares.
Esta nos inquieto más pues representaba en la cabeza de muchos, riesgos colaterales para nosotros.
La solidaridad hasta donde no me afecte.
De repente dejamos de hablar del sismo y el Tsunami. Empezamos a preguntar si la lluvia, si el pescado, si las teles.
Entre más lejos, mejor. No debieron de haber previsto? No que tan buenos los japoneses?
Es decir, nos sale la parte de humanidad que aflora nuestra poca empatía. Nuestro lado corriente.
En este caos, hay 50 japoneses que siguen y han estado trabajando en disminuir los riesgos radioactivos para la humanidad. Han estado tomando decisión tras decisión. Viviendo el riesgo en primera persona. Entran y salen después de las explosiones. Regresan.
Mientras unos no queremos que la lluvia nos acaricie ni acompañados de una canción de Manzanero, ellos están ahí adentro, por voluntad y en pleno uso de sus facultades.
No hay paga que lo valga. Pues lo más valioso no es el dinero, sino el tiempo.
Y lo están arriesgando todo.
Tuve oportunidad de estar en una empresa que para muchos era como el Titanic. Para mí, era una causa de hacer las cosas. Di lo mas que tuve y lo mejor que tuve. Aunque viví riesgos de vida ciertamente, nada semejante a los 50 japoneses.
Honor a quien honor merece. Honor a los 50 japoneses que no sé ni sus nombres.
Honor a todos aquellos que emprenden una lucha a la que más del promedio se da por vencido.
Honor a los que siguen, por el placer de seguir escuchando los violines de la vida.
Seguimos.
Mario Lugo.

sábado, 12 de marzo de 2011

La diferencia esta en el detalle.

La diferencia esta en el detalle.
El ejercicio de la arquitectura, incluye si bien, no de manera única, si, un esfuerzo artístico.
Es un intento fiel de lograr transmitir emociones a través de los juegos del espacio, la luz e incluso sonidos.
También es cierto que para muchos artistas, el esfuerzo artístico tiende a ser un esfuerzo solitario.
Solitario e incomprendido por momentos.
Las obras de arte se terminan, las más de ellas no por necesidad del artista, sino por necesidad del receptor del arte. La parte más atractiva y fascinante para el artista, es el desarrollo de la obra negra. Hasta este punto, el artista logra saber y entender si el arte se produjo. Si el mensaje ha de transmitirse o no.
El resto es un ejercicio de traducción, que puede ser por demás soso.
A estas alturas el receptor del arte, no percibe ni un poco, dicho logro.
Simplemente porque no está terminada.
Este es el punto de mayor desencuentro para el emisor y el receptor.
El artista pudiera, satisfecho, pasar a la siguiente obra.
El receptor, vera la obra lejos de cualquier acercamiento con el arte.
En este vértice, el arte se pierde o se pierde el artista.
Se pierde el arte si el artista no tiene el apoyo, o bien la paciencia de terminar la obra.
Se pierde el artista si este se ve obligado a terminar sin así desearlo.
Paradójicamente sabemos que la diferencia está en el detalle.
El artista se relaja y ya no desea terminar.
El cliente o receptor conforme empieza a entender el arte, lo empieza a prostituir y empieza a opinar como si fuese el creador.
Sin embargo, es fundamental el entendimiento entre las partes.
La pintura, la escultura y otras artes, permiten el asilamiento y cerrar oídos y ojos a los comentarios.
La Arquitectura no. El cliente camina, se sumerge y opina. Asume que sabe.
Justo en este momento de tensión, es fundamental entender.
La diferencia está en el detalle.
Se gana o se pierde una obra en el proceso cúspide del artista y el cliente.
Por eso las obras de gobierno sufren para dar ese paso final.
Porque lo que importa es quien viene a cortar el listón, se acaba el presupuesto, se multiplican las opiniones.
La diferencia está en el detalle.
Seguimos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Arquitectura, arte, ciencia o teconologia?

En la clase de Teoría de la Arquitectura, impartida por el Arquitecto Oscar Sanchez Cordero que en paz descanse, se nos planteaba la necesidad de definir la Arquitectura. Esto en el último semestre de la carrera.
Es decir, ya debiéramos tener una idea.
Para muchos la Arquitectura es una de las artes, dentro de las mismas de las mas Clásicas.
Para otros era una ciencia. Empezaban a nombrarse temas como la arquitectura bioclimática, la ergonomía, las teorías de la luz y sus efectos en la productividad, etc.
Para otros cuantos, la arquitectura se habían tornado vez a vez en un esquema tecnológico, donde los edificios competían en cual y que tanto incorporaba mas los últimos y más novedosos materiales en el logro de obras de dimensiones extraordinarias, o bien en formas por demás caprichosas que pasaban por lo orgánico y llegando hasta el denominado postmodernismo que venía y reventaba las formas comunes.

Mi opinión, fue por demás censurada por el maestro, y hasta un tanto ridiculizada.
Su autoridad en el tema era innegable.
Mi falta de experiencia y argumentos, también innegables.

"La Arquitectura es la oportunidad de sensibilizar los espacios".

Esto es, la oportunidad de darle sentido a un espacio.
Sentido de paz.
Sentido de acción.
Sentido de armonía.
Sentido de seguridad.
Sentido de felicidad.

Después de algún tiempo, escuche una definición que me gusto.

"La Arquitectura no es ciencia ni tecnología, es la oportunidad de crear otra realidad".

Mi respeto para mi maestro.
Sigo pensando que la arquitectura se sirve de la tecnología, la ciencia, e incluso el arte para lograr, innovar y transmitir sensaciones a quienes se sumergen en un espacio. Llámese urbano o arquitectónico.

Citaba el gran Octavio Paz, "La Arquitectura es un testigo incorruptible de la sociedad".

Los Arquitectos, podemos hacer muchas cosas, pero poco, de muy poco sirve, ocultar nuestras obras sin sentido, nuestras obras fallidas.

La mejor prueba de saber si logramos hacer arquitectura es regresar al espacio proyectado y realizado. Sentir. Si en algo se eriza la piel, ya nos trascendimos a nosotros mismos.
Si no, Ya entregamos un cuerpo en vida vegetal.
Sin alma.
Sin luz.

Sin haber logrado sensibilizar los espacios.

Seguimos.