Cupula.

Cupula.
Obra gris que no lo es.

martes, 3 de junio de 2014

En mis tiempos de joven, no hace ni tanto ni tan poco, solíamos estirarle al hambre.
En alguna de las vueltas alguien de la bola dijo, “Ya hace hambre no”.
Uno de los amigos contesto en son de broma, “Hambre. Hambre los pobres, los ricos tenemos antojos.”
De todos ellos, solo uno podía jactarse de rico, el resto, sobrevivientes de la clase media que vaga entre la pobreza y la eterna aspiración a salir de ella.
Oscilando entre bancarrotas y devaluaciones. Entre reformas y quebrantos en las tasas de interés variables.
Un hambre que era real, no antojo.

Fui creciendo en todos los aspectos hasta el punto donde mi hija la mayor me dice panzón y pelón.
Acepto la critica pues su modelo de hombre es Thor. Mucho más greñudo y atlético que yo.
Esto a los poco más de cuarenta años.

Diferentes influencias atravesaron mi vida.
Personas que con una frase me dejaron marcado y aun causan ecos en mi vida.
Otras que a través de su manera de decir y de ser, me invitaban a imitarlos al menos un poco.
De a poco fui asimilando modas, frases, voces, mismas que se distorsionaron vez a vez conforme se adentraban en mi esencia de persona.
Algo para bien, otro no tanto.

Hay influencias silenciosas que con poco menos que sonidos, llegan, penetran y se hospedan sin fecha de salida.
Gotas que se pierden en el bullicio cotidiano y en la profundidad de la soledad, se escuchan con una persistencia incansable.
No tienen la frase elegante o sabia.
Tienen la palabra precisa para provocar la acción justa inmediata.
Son las voces del hambre.
La voz de la responsabilidad.

Hace no mucho me preguntaban sobre los jóvenes de hoy en día. Jóvenes en los cuales ya no me incluyo.
Quien me cuestionaba me decía que él confiaba la educación de sus hijas en su propia responsabilidad, no en escuela o sistema educativo alguno.
Es un sistema educativo fallido, dijo.
Mi única respuesta fue, noto una falta de hambre, noto algunas acciones por antojo.
Sin generalizar para no salpicar, como detalle observado en este andar.
Un ingeniero decía en una reunión reciente, uno de los problemas de México son los todologos.
Abogaba un tanto por la especialización.
Soy de los que dice, si no lo sé, lo aprendo rápido.
Así he tratado de enfrentar mis carencias que lamentablemente no dejan de aparecer.

En el año de 1984 tuve la oportunidad de viajar representando al estado de Chihuahua a la ciudad de Guadalajara.
Esto en el torneo nacional de Voleibol infantil. La selección de Delicias gano el estatal y fui seleccionado por ellos. Me hospedé por una o dos semanas en la casa de Amir Obed Estupiñan Benavides. Recuerdo claro su nombre. Esto para entrenar a la par de ellos en Delicias. Luego nos fuimos a competir en el nacional. Lo ganamos disputando la final contra el estado de Jalisco. Todos estábamos felices. El profe Willy lloraba.
Al regresar a casa me colgué mi medalla para impresionar a mi madre. Ella estaba planchando. Me vio entrar con la medalla y me dijo, porque no te reportaste? Porque no llamaste?. Mi medalla colgada en mi cuello no sirvió de mucho.
Era muy claro, el éxito no exenta la responsabilidad.

Jugué voleibol porque en el equipo de basket bol no me aceptaron.
Estuve a punto de llegar a un campeonato mundial de no ser porque la selección de 1986 donde Hugo falló un penal, se acabó el presupuesto de deportes de aquel año.
Nunca quise ser voleibolista, solo tuve en mi sangre el hambre de ir por lo que estaba enfrente.
Era hambre.
Mi Yona, nunca tuvo la frase que enmarcar en un cuadro.
No, tuvo la fuerza que sus poco más de uno y medio metros le daba. Suficiente para movernos a todos con mi padre incluido.
Tuvo el hambre para llevarme a una escuela mejor a pesar de que teníamos a menos de tres cuadras el lugar perfecto para coincidir con mis vecinos y amigos de la Junta de los Ríos.

Disto mucho de pretender hablar desde la isla del éxito.
No es una falsa modestia. Es la claridad de conocer el éxito y saberme lejos de él.
Mi madre nos empujaba a tratar de ser chingones.
Se oye brusco pero no pudiera ser diferente viniendo de ella.
No soy exitoso, pero lo que soy, lo soy más gracias al hambre que nos heredo.
Muchos más han influido sin duda.
El hambre viene de ella.
No antojos, autentica hambre.

Gracias Madre, por favor discúlpame por no estar a la altura.
Felicidades a todas las madres por el hambre que trabajan día con día.
Felicidades a la madre de mis hijas. Mi esposa.
Por inyectar hambre para después saciarla.
Día a día.
Gota a gota.
Los corruptos no lo serian si su madre los viese robando.
Los corruptos no lo serian, si tuvieran madre.

Seguimos.

Mario Lugo


P.D. A los que pensaban que no tengo madre, si tengo, se llama Leonor.

lunes, 5 de mayo de 2014

Tres libros, esperar.

Al igual que a nuestro Presidente, la Biblia es uno de los libros que influyó en mi vida. Mencionaré el segundo antes de tartamudear. Diario de un niño de Edmundo de Amicis. Este libro lo leí en mi infancia, a sugerencia de mi padre. Poco en común con el niño italiano. El hombre que calculaba es el tercero. Mi cariño por las matemáticas nace con este libro. Me tardé en descubrir que el Malba Tahan no era árabe. Las matemáticas pueden ser amigables y cotidianas. Los libros son enigmas sin resolver, que al volver a leer redescubres nuevas versiones del mismo texto. Otros, a pesar de su fama y éxito, no logran permear en lo que deseas imaginar o vivir. Unos mas a través de la simplicidad, te asoman a mundos complejos y abstractos, como el mundo de las matemáticas. “La mejor manera de no decepcionarte es no esperar, algo o nada”. Así cita mi padre. Alguna vez así lo citó y entendí, al menos en ese instante, se trataba de un momento escéptico de mi padre. He estado convencido de creer en las personas en primera instancia hasta que se demuestre lo contrario. No porque se lo ganen, porque es una condición natural el así hacerlo. Sin embargo, tardé en entender que creer en las personas no implica obligarlos a creer en ti. No es un asunto de reciprocidad, justicia o equidad. Son decisiones unilaterales. He cometido vez a vez el error de creer que merezco cierta reciprocidad de atención, apoyo e incluso confianza. He tenido el desacierto de esperar de la gente. Con esto la decepción que lastima solo a quien la siente. En dicho esperar, desesperar al grado de lastimar en cierto grado amistades, aprecios y confianzas. Lo vuelvo a intentar y me digo, “La mejor manera de no decepcionarte es no esperar, algo o nada”. Tratare de no polemizar tocando temas religiosos. Les pido omitan mis errores de precisión con respecto a la Biblia. Mi respeto a los conocedores la misma. Hablemos de liderazgo y hablemos por consiguiente de Jesus. Indiscutible su influencia en el desarrollo de la humanidad. Influencia vigente. A través de su andar logró hacerse de seguidores, enemigos y apóstoles. Largo el recorrido, muchas las caras concluyendo en doce apóstoles. Entendamos a los apóstoles como hombres seleccionados por Jesus para estar con él y enviarlos a predicar. Partamos de que el proceso de selección de Jesus es exacto. Sin tropiezos como nos pueden ocurrir a nosotros. Aun así, aceptemos que la selección de Judas implicó traición. Por treinta monedas de plata Judas entrega a Jesus a los sacerdotes. Jesus lo sabía y lo anuncia a sus discípulos. Los cuales preguntan uno a uno, acaso soy yo?. Ya había mencionado Jesus que sus apóstoles estaban limpios menos uno. Esto antes de lavarles los pies a cada uno de ellos. No se queda en un rumor puesto en la mesa. Al preguntar Judas si es él, de manera frontal y sin ataque, Jesus le responde, lo acabas de decir. A todas luces es la traición mas dolida y condenable. El final de Judas al menos me da esa claridad. Sigue siendo la traición por dinero la que más duele en nuestros días. No siempre termina en la claridad del traicionero. Mucho menos en suicidio. Las treinta monedas de plata siguen siendo atractivas. La corrupción es y será. Pedro, quien mostró su lealtad vez a vez a Jesus, niega al Hijo de Dios tres veces. Jesus le dice que el proceso de crucifixión lo vivirá solo. A lo cual Pedro dice, no me apartaré de ti. Jesus responde antes de que cante el gallo me negaras tres veces. Habría que haber estado ahí para entender cómo y porque Pedro negaría a Jesus. En medio de la multitud. Gente pidiendo la muerte, la crucifixión, sangre. Ahí alguien le decía a Pedro, tu eres uno de los que siguen al Nazareno. No, dijo por primera vez. Lo vuelven a señalar como cercano a Jesus volviéndolo a negar. Le dicen que su vestimenta, su modo de hablar lo delata, ante lo cual empieza a decir improperios y condenas mientras que el gallo canta. Ante el riesgo de ver la integridad, la vida amenazada, Pedro cede y cumple la profecía de Jesus. Habrá que imaginar el rostro de Pedro al terminar de negar a Jesus por tercera ocasión y escuchar el cantico de un gallo. Jesus lo sabía. Antes de ser ultrajado, sabía que al menos dos de los hombres por el seleccionados lo iban a traicionar, al menos negar. Mi lado matemático me dice que más del 16% de su confianza se iba a quebrantar, y Jesus lo sabía. Ya pasado el viacrucis, el terremoto ocurrido en la muerte de Jesus, la desaparición de su cuerpo que se encontraba embovedado. Todo debía ser calma y esperanza en los once apóstoles restantes. La palabra se había cumplido. Por si fuera poco Jesus se aparece y les pide que propaguen las buenas nuevas y establece una cita con los apóstoles en Galilea. Jesus se presenta de nueva cuenta ya resucitado y comparte alimentos con la mayoría de sus apóstoles, no todos. (Pescado y pan) Tomas, mismo que no estuvo en las dos apariciones de Jesus, dice hasta no ver no creer. Hasta no tocar sus manos y su costado, no está dispuesto a creer. Más allá de establecer juicios sobre Tomas, podemos estar claros que era un incrédulo o escéptico. Después de tanto andar a lado de Jesus, de vivirlo todo a lado del Mesías, no creía. Porque incluirlo en el apostolado? Jesus se presenta nuevamente y le permite a Tomas tocar sus manos y su costado para que compruebe la presencia de las yagas. Jesus solo bien aventura a los que creen sin ver, sin juzgar a Tomas. Ya podemos decir que entre los apóstoles, el 25% eran o traicioneros, desleales o incrédulos. Jesus los seleccionó, porque? Jesus lo sabía. Jesus venía a entregarse al mundo sin esperar nada a cambio. Jesus sabía que iba a ser entregado, negado y que el proceso de crucifixión y resurrección era apenas suficiente para que algunos creyeran. No cualquiera. Para que sus apóstoles creyeran. Entregarlo todo para alcanzar a creer. Experimentar el dolor que logró quebrantar al menos por un instante su fe y decir, Señor, porque me has abandonado? Saber que aun así, apenas alcanzo para que algunos de sus apóstoles creyeran. Debemos de partir de creer sin exigir nada a cambio. Uno de los liderazgos más poderosos que han existido, el más para algunos, no logra establecer un proceso de selección infalible. No lo logra porque no lo intentó. Así lo creo y así lo quiero creer. Los apóstoles representaron a la humanidad limpia, menos uno. La traición por dinero existe. La negación por autodefensa esta en los más fuertes. La falta de credibilidad esta en los más cercanos. Así lo ejemplifican Jesus y sus apóstoles. La diferencia está en que Jesus lo entendió y aceptó. “La mejor manera de no decepcionarte es no esperar, algo o nada”. Las oportunidades han llegado de quienes menos lo esperaba. De quienes las esperaba, buscare conservar su amistad, no tenía yo el derecho de esperar algo o nada. Seguiré creyendo, sin esperar, sabiendo que en el camino habrá los que niegan, no creen e incluso los que traicionan. Si Jesus lo aceptaba que derecho tengo yo a esperar algo distinto. El porcentaje sigue siendo positivo sin asumir el 75% como bueno. Seguimos. Mario Lugo