Cupula.
miércoles, 12 de junio de 2013
Sobrevivi y Mexico esta de moda.
Recientemente escuche, México está de moda.
Así sonó en el radio.
México, a pesar de ser el país con mayor índice de obesidad infantil, el segundo lugar en obesidad en general.
México que ocupa el lugar penúltimo de entre 108 países en índices de lectura según la UNESCO.
Japón, con un 90% de hábitos de lectura y México con un 2% de hábito de lectura entre su población.
México está de moda.
Pienso en México y me acuerdo del Ganghan Style. Sin ojos rasgados.
Estamos gordos, simpáticos, sin contenido.
Ejercitamos algunos de los músculos en correr, nadar, trotar, pero poco ejercitamos el musculo denominado cerebro.
Somos gente de empuje.
Si se requiere, hasta con la cabeza empujamos.
México está de moda.
Poco más, poco menos de un lustro, entendí que la situación implicaba la franca posibilidad de perder la vida en cualquier instante.
Secuestros, extorsiones, levantones, robo de autos se escuchaban ya no cerca, a lado.
Vivir era un milagro cotidiano.
Pasear por la ciudad caminando o en vehículo implicaba un sonido estomacal constante. La Inquietud de ser o no ser visto.
De estar solo, cuidarte de todos y de nadie, de las presencias y las ausencias. De ellos, los malos.
Los malos que estuvieron de moda y fueron noticia.
Los que eran capaces de mutilar, sonreír y disparar. Matar sin correr.
Matar caminando.
Por unos días fui candidato independiente a la presidencia Municipal de Juarez.
Pocos lo supieron, algunos diarios hicieron el anuncio.
Menos lo creyeron.
Las candidaturas ciudadanas aun no son viables. No lo fueron.
Alguno de los partidos chicos ofreció sus siglas.
Por ideales o miedos, no fueron aceptadas.
No quise representar a ningún partido.
Estaba y estoy convencido que la participación real y comprometida de la comunidad es la salida ante la problemática y retos que afrontamos.
Esas horas de candidato fueron suficientes para estresar a mis padres, a mi esposa. A unos cuantos más.
Ver el miedo y coraje en sus ojos.
Aun en lo tenebrosa y riesgosa de la apuesta, ahí estaban.
Cuando lo menos deseado era ser visto, salimos en algunos periódicos y noticieros locales.
En un extraño momento, me encontré con unos amigos.
Más extraño pues no tengo muchos amigos.
Ahí estaban al menos tres de ellos.
Recuerdos borrosos de su amistad.
Su cara era de miedo absoluto. Nervios, angustias. Arrepentimiento.
Contaban de tener que irse del país. Se habían equivocado.
Habían secuestrado a alguien y deseaban borrar el hecho.
Regresar a la persona y huir.
En ese extraño lugar yo trataba de consolar lo imperdonable.
Trataba de tranquilizar lo inhumano.
Por alguna razón nos encontrábamos deambulando en un carro.
Pasamos por un lugar más borroso aun y me decían, es el. A través de una ventana se veía un cuerpo de pie asomándose temerosamente.
Era la víctima.
Sentí un calor u odio por quienes me acompañaban. Terror de ser alcanzado con ellos y ser parte de la captura.
De ser como ellos.
Desperté.
Desperté.
Porque soñé algo así, aun no lo sé.
Como fui capaz de soportar su presencia en el sueño tampoco lo sé.
Sin embargo entendí lo sencillo que resulta ser parte de algo tan siniestro y vil.
Como el solo saber te vuelve parte del delito por más que argumentes lo contrario.
Desearía que los malos fueran francamente identificables.
Fueran feos, con rasgos físicos y sociales claramente observables.
Mi experiencia en Juarez y mi sueño es que no es así.
Vivimos rodeados del delito.
Al traer prisa, decidimos violar la ley y pasarnos en rojo.
Al tener un negocio, decidimos que Hacienda se equivoca y buscamos por todos los medios no pagar impuestos.
Al tener un empleo, decidimos que la paga es injusta y buscamos compensaciones.
Al ser la fila larga e inoperante, buscamos atajos para estar en ventaja de los demás.
Al ver la imagen de la honestidad la juzgamos como debilidad.
“Tanto tiempo que estuvo en el Gobierno y no hizo nada”.
Sobreviví a la ciudad más violenta del mundo.
Aun extraño tanta ausencia. Aun están a mi lado caritas de niños y niñas huérfanas.
Espero que México no esté de moda.
Espero seamos capaces de ver, tanta ausencia de personas honestas.
Espero seamos capaces de no medir el éxito de las personas en base a su capacidad adquisitiva.
Espero el éxito siga siendo la posibilidad de dormir en calma, cada noche.
Dormir en paz con uno mismo.
Espero seamos capaces de exigirnos día con día, vez a vez de ser mejores.
Mejores, no más adinerados.
Como olvidar cuando un compañero me dijo, me ofrecieron dinero y dude.
Muy probablemente la duda nos llegue a todos, las convicciones solventan las dudas.
Las convicciones son como hijos, se alimentan día con día.
Espero seamos más cultos, menos gordos, más resistentes.
Y cuando esto suceda, porque no, estar de moda.
Por favor, no consientan ninguna deshonestidad de mi parte, es mi deseo llegar al fin de mis días en el camino de la honestidad.
Deseo que Dios guarde mis sueños.
Mis convicciones y la gente que me rodea, mis días.
Seguimos.
Mario Lugo
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