Cupula.

Cupula.
Obra gris que no lo es.

martes, 24 de mayo de 2011

Del mundo de todo se puede hasta aqui.

Tuve la oportunidad de regresar a la tierra del Todo se puede.
Puedes encontrar un trozo de mar y pasear por submarino.
Puedes entrar en el mundo de Jack Sparrow y darte cuenta que no es precisamente violento.
Puedes pasear por rápidos en un rio, mojarte y terminar con la certeza de que te puede volver a formar y vivir la misma experiencia.
Puedes incluso ver el árbol de tarzan.
Y los brazotes de tarzan diría mi suegra.
Por supuesto que no es gratis, pero sin duda el valor recibido bien compensa más que la diversión y la cercanía con el mundo de Disney, te acerca a la posibilidad de entender que no hay límites. Al menos en algún lugar de nuestro mundo.
Los que vivimos en un lugar donde todo ocurre si es que se puede, o a ver si se puede, disfrutamos al menos ese mínimo contacto.
Cabe mencionar que no obedece a que la Filosofía de Disney obliga o motiva a cualquier colaborador a ofrecer una sonrisa. Pues todos o muchos aquellos que son humanos en ese mundo, son arbitrarios, intransigentes y mal encarados. La magia esta en los sueños que dejaron cada uno de los que están día a día sin permanecer.
La magia esta en sembrar sueños y cuidarlos hasta estar claros que la tierra que los posee los va a tomar como suyos.  La magia está en saber soñar y compartir dichos sueños.
Acompañando a la magia debe estar la convicción. En mi Mexico somos dados a decir, si se puede, si se puede, como mecánica de motivación. Sin embargo la convertimos en un acto de esperanza. Nuestra convicción se centra en esperar que del cielo llegue un toque de ayuda y sucesos extraordinarios para encontrar el éxito.
La convicción es distinta. Es saber que soñamos y podemos lograr algo, entendiendo que debemos actuar en consecuencia para que suceda. Escuchaba del CEO de Mazda en un promocional decir, Si, se puede. Se parece mucho al sí se puede mexicano. Sin embargo una sola coma hace la enorme diferencia. De la esperanza hacia la convicción.
No es que piense que la fe y la esperanza sean inútiles. Por el contrario.
Sin embargo son de último recurso.
Cuando todo está perdido.
Y ese punto mis estimados amigos, en el mundo de todo se puede, es casi inalcanzable.
Si, se puede. Hay que soñarlo, trabajarlo, creerlo y volverlo a trabajar.
Seguimos.